Basta que pongas en Google “maquillaje” para que el buscador te devuelva decenas de resultados.
“Maquillaje para una boda”, “maquillaje para noche”, “maquillaje para adolescentes”, “para agrandar los ojos”, “para personas con la piel blanca” y mi favorito… maquillaje para el gimnasio.

Aquí me podéis ver llevando mi maquillaje especial para hacer deporte: ninguno.
Esto coincidió con una publicación que vi en Instagram de una seguidora mía que quiso compartir unos tips de cómo ir al gimnasio maquillada. Porque según ella “ir al gimnasio no significa que dejes de ser femenina“.
En primer lugar me gustaría dejar claro que bajo mi punto de vista ligar el maquillaje con la feminidad es un error garrafal. Es como si dijéramos que un coche es un coche por tener asientos. Pues mira, no. No mezclemos churras con merinas.
La feminidad es algo que te viene de serie solo por ser mujer, puedes potenciarlo más o menos pero está en tu ADN. Maquillarte para hacer deporte es una elección en cambio.
Si ya de por sí soy poco partidaria del maquillaje, pienso que no hay nada mejor que sentirse bien con una misma sin necesidad de echarse nada, ni os cuento para ir al gimnasio.
Debemos partir de la base universal de que al gimnasio se va a hacer ejercicio. Me parece importante remarcarlo ya que luego me encuentro a mujeres más arregladas para hacer deporte que yo asistiendo de invitada a una boda.
El maquillaje no es higiénico por la sencilla razón de que ir al gimnasio significa sudar (a no ser de las que va en la cinta dando un paseo). Al sudar nuestros poros se abren y lo que hace el maquillaje es obstruirlos. Traducción: cutis sucio. La piel necesita respirar.
Solo he ido una vez maquillada porque me tocó ir directa después de un trabajo de azafata y recuerdo que acabé la clase como un oso panda, con los ojos totalmente emborronados.
Que aunque para mí el maquillaje perfecto para el gimnasio sean una cara lavada y las ganas, cada una es libre de ejercitarse como quiera. Pero vamos, bastante nos exigimos a nosotras mismas normalmente como para no poder desconectar ni haciendo deporte.
Y os diré algo más, cuando voy con mis pelos de loca, empapada de sudor y oliendo a ‘choto’ no me siento menos femenina, me siento todo lo contrario: fuerte, poderosa y capaz de tumbar cualquier cosa que se me ponga por delante.