Estamos en guerra. Así lo suelto, sin vaselina ni nada. No hablo del Estado Islámico, hablo de algo mucho más cercano. Tan cercano que posiblemente encontrarás mirando debajo de tu axila: el vello coporal.
Hablar de pelo es como hablar de Miley Cyrus, o estás totalmente a favor o estás radicalmente en contra, pero es un tema que a nadie le resulta indiferente.
![Modelo de &OtherStories]()
Kelsey Lu McJunkis, modelo de &OtherStories
(Y ahora a ver cómo lo abordo para que no me friáis a comentarios negativos.)
Nunca me he sentido acomplejada por mi vello corporal aunque también haya mujeres a las que no les ha tocado. En mi ADN, el vello late con fuerza (‘Vello’ es uno de mis apellidos, solo que un antepasado mío cambió la ‘V’ por la ‘B’). Era algo que me iba a tocar por narices, vaya. Estaba en mi herencia de apellidos y en mi herencia genética. Desde pequeña he tenido pelos, pero afortunadamente, la familia de la que vengo, nunca le dio importancia a ese tipo de cosas por lo que mi guerra no empezó hasta el colegio.
Ahí es cuando te toca el compañero hijo de puta graciosillo que empieza a decirte que te afeites el bigote y que te depiles los brazos mientras los demás le ríen las gracias. Llegas a casa en un mar de lágrimas (y pelos) por supuesto mientras tu madre, viendo que no hay más alternativa, te introduce en el ‘rosado’ y ‘maravilloso’ mundo de la depilación. Ese que en los anuncios parece tan genial como un club exclusivo femenino y que, a la hora de retirar tu primera banda de cera, solo puedes pensar en que, ni siquiera en Sing Sing, habrías sufrido tanto.
En ese preciso instante en el que la cera arranca tus primeros y microscópicos pelos prepúberes, los vendedores de ceras, cuchillas y cremas depilatorias prorrumpen en aplausos y descorchan botellas de Champín (que aún eres menor de edad) a tu salud.
He hecho las cuentas: entre cera facial, cera de axila, cuchillas y cabezales de cuchilla, mi gasto al mes de depilación es aproximadamente de 33,10 euros. 33 para los amigos. Lo que supone que gasto al año 396 euros en depilarme. Y como llevo depilándome desde los 14, si en vez de depilarme me hubiera dejado crecer todos mis vellos corporales cuan Yeti, tendría ahora mismo la friolera de 3.564 euros. Esto significa que mis pelos y yo podríamos pasear felizmente en una moto por Madrid o ver juntos El Diario de Bridget Jones en una televisión Super High Definition de 4K.
Pero en vez de eso he dedicado 9 años de mi vida y más de 3.500 euros a eliminar algo que producía mi cuerpo y que iba a volver a salir tarde o temprano (más bien temprano).
La depilación es algo tan íntimo y respetable como tu creencia religiosa o tus ideologías políticas y nadie debería criticarte por ello.
Que en el pelo hay negocio no es algo que solo sepan aprovechar los señores de Veet, Venus y Taki, sino que algunas marcas que buscan ensalzar lo diferente, se están apuntando a la defensa del pelo con campañas y modelos con los pelos bien puestos, como es el caso de los maniquíes de American Apparel o la última campaña de &OtherStories.
Estas marcas, (que aunque lo que buscan es hacer negocio, lo sé) querían alejarse de los estereotipos de belleza y mostrar una representación más realista de la mujer. Ambas dieron mucho de qué hablar en los medios y en Internet (#sobaquember es el hastag oficial de pelos en las axilas, por si os interesa) pero no todas las opiniones fueron positivas.
En un mundo tan encorsetado dentro de un tipo de belleza tan idealizada como artificial, me resulta inexplicable encontrar cierto tipo de afirmaciones en artículos que, no son sino, la prolongación de esta guerra que nos llevan vendiendo desde que alguien descubrió que podía sacar algún beneficio.
Trendencias, una web a la que sigo desde hace tiempo, publicaba que las imágenes de &OtherStories, en vez de invitar a comprar la colección, invitaban “a salir corriendo”. Y yo me pregunto, ¿no es acaso una mujer la que escribió esto? ¿Una mujer con pelos en sus axilas, en su bigote y en su entrecejo (por mucho que los depile quiero decir)?
“El vello no es bello“, remata dándole un bofetón a la visita de mi antepasado al registro civil, que tanto se esforzó por cambiar la dichosa letra del apellido.
No nos equivoquemos. El vello es tan natural, en algunas mujeres, como carecer de él en otras. El vello es femenino. El vello es personal y tú y solo tú (ninguna blogger, periodista, anuncio o web) decides si lo llevas largo, corto, en trenzas, con rastas o si no lo llevas. Tenemos pelos, pero ni uno de tonta.